Cómo debería ser tu logo. Segunda parte: el color

Cómo debería ser tu logo. Segunda parte: el color. Ya lo dijimos en el artículo anterior: para gustos los colores. Entonces, ¿puedes ponerle a tu logo el color que más te guste? Probablemente. Aunque también deberías pensar en qué color le gustaría ver a tus clientes o usuarios.

El color dice mucho de tu empresa

Ya habrás oído hablar del significado de los colores: el azul es el color de la seguridad y la honestidad; el rojo es pasión y amor; el naranja es diversión y energía; el amarillo alegría y visión; el verde calma y naturaleza; el morado creatividad y fantasía; el negro sofisticación y autoridad; el blanco pureza y bondad; el marrón es rústico y acogedor; y el gris es neutral y puntual.

Adaptarse a los nuevos tiempos

Ahora bien, todo esto te va a servir de poco. Vivimos en la era visual, ya se han usado todos los colores para todos los propósitos. Costaría mucho decir qué sentimiento nos asalta frente a un color determinado. Sobre todo, porque todos tenemos nuestra propia experiencia de color. Lo único realmente importante a la hora de escoger tu color o tus colores es el impacto que va a provocar en los usuarios y clientes, para que puedan llegar a recordarlo. Y para llegar a tener cualquier tipo de impacto, lo primero es la visibilidad.

Antes de añadir color a tu logo, hay que diseñarlo en blanco y negro

Por eso, los logos siempre deben empezar a diseñarse en blanco y negro. Una misma forma puede tener una apariencia muy diferente dependiendo del color con la que la dibujes. Para poder apreciar si la forma que estás diseñando es realmente la forma que te representa, debes crearla sin ese filtro de percepción, usando solo blanco y negro. Especialmente si va a tener más de un color.

Si vas a usar diferentes colores en tu logo, el diseño en blanco y negro (luz y oscuridad) es imprescindible. Es la única forma de saber exactamente qué nivel de oscuridad deberá tener cada uno de tus colores para que el logotipo funcione. Rápidamente te darás cuenta de que un color debe ser bastante más claro que el otro, para que realmente se diferencien entre sí.

La luminosidad es un factor clave

Pongamos un ejemplo. Digamos que has decidido que tu logo sea azul y verde. Si eliges un azul y un verde medios (azul cielo y verde esmeralda, por ejemplo), el ojo humano probablemente tenga problemas para diferenciarlos, porque su valor lumínico es demasiado parecido. Es decir, si los pasásemos a blanco y negro, los dos colores se convertirán en un gris muy parecido. Pero si decides usar un azul marino y un verde lima, el nivel de contraste será muy alto, e incluso gente con determinados problemas de visión podrá distinguirlos y apreciar los detalles de tu logo, incluso cuando este aparezca en un tamaño muy reducido.

Básicamente, si decides usar dos colores sin pensar en su luminosidad, te arriesgas a tener una seña de identidad en la que las partes, los detalles o incluso el propio logo no sean diferenciables.

Hay muchas aplicaciones dentro del diseño y la imagen de marca donde tienen cabida todas las combinaciones posibles de colores. Pero, los logotipos tienen el reto de ser perfectamente reconocibles y atractivos a un tamaño muy pequeño. Piensa bien en qué color vas a ponerle y en el entorno en el que vas usarlo, para determinar si se verá o no se verá bien.

Así es como lo hacemos en SAO Branding: atendiendo a lo que nuestro cliente quiere ver y a lo que su cliente necesita para verlo, recordarlo e incluso quererlo.

Pamela Pons Copy

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